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El cambio no nos gusta por naturaleza. Le tenemos miedo, nos sentimos incómodos por la incertidumbre, por el qué pasará. Pero después del cambio llega el éxtasis, la sensación de plenitud, la adrenalina liberada. Es una sensación similar a hacer gomming o barranquismo: al principio la congoja te agarrota y cuesta dar el paso, pero tras darlo, la euforia se apodera de ti y tienes ganas de más, no hay quien te pare.

Cambia, sin miedo
En lugar de evitar el riesgo de intentar aquello que te motiva, deberías evitar el riesgo de no intentarlo. Porque, ¿sabes lo que pasará con el tiempo? Que querrás haberlo hecho. Os prometo que yo ya he sentido esa sensación a mis recién cumplidos 30.

Atreverse, arriesgar, cambiar, no significa hacer un punto y aparte. No implica que debas ser el mejor en algo, ni crear la start-up más exitosa e innovadora. Cambiar significa que te atrevas a hacer lo que de verdad te gusta a pesar de ir a contracorriente. Es más, romper bruscamente con el sistema establecido está de moda. Ser disruptivo significa ir en contra de la asquerosa inercia que nos intenta arrastrar, mola y luce mucho decir que lo eres en tu descripción de twitter. Pero mola más serlo.

Niégate a ser una oveja
Está en tu mano decidir ser pastor u oveja. Elegir tu camino y que te sigan o esconderte entre la multitud hasta que llegas al matadero.

No te excuses en que algo es imposible. Es la mentira más grande que nos han metido en la cabeza. Es una mera excusa y, como tal, es la forma más cómoda de eludir tu responsabilidad más importante, la de dirigir tu vida. Claro que es más fácil dejarla a merced de lo que otros quieran hacer con ella. Pero también es más triste.

#hazquealgosuceda

La buena noticia
¡Nunca es tarde! ¿Te gusta el póker? Mientras te queden fichas, sigues en la partida. Aunque te hayas fundido la mitad, tienes otra mitad para levantar la partida y ganarla!! Es fácil, aprendes del fallo cometido en las manos anteriores, aprendes a leer mejor las jugadas y estás en disposición de llevarte la partida. Así que da igual si tienes 25 ó 55, tú puedes debes #hacerquealgosuceda.

Intenta y falla, intenta de nuevo y falla, falla, falla. Pero no cometas errores, aprende de tus fallos. Cuando te arrepientes de no haber hecho algo es asumir que has errado, que no has intentado. Cuando fallas es por desconocimiento o por falta de experiencia, así que no tienes de qué arrepentirte.

Ha llegado el momento de dejar de desear. Ahora debes actuar y hacer que algo  suceda en tu vida. Algo no escrito en la ruta de las ovejas. Hoy. Ahora.

PD: desde ayer sé definir lo que realmente quiero ser, desde «ayer», un #mapmaker. ¿Te apuntas? Gracias @Israel_Garcia!