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«Quien pretenda una felicidad y sabiduría constantes, deberá acomodarse a frecuentes cambios.» (Confucio, filósofo chino)

Tras 6 años trabajando en la empresa donde comencé mi andadura profesional, estoy a pocos días de emprender una nueva aventura. Estoy muy satisfecho con estos años, he aprendido mucho y me voy con la sensación de haber aportado mucho también. Ha sido una relación win-win. Obviamente he vivido los altibajos propios de «La España de la Crisis», pero los buenos momentos ganan por goleada. Me he sentido valorado y mi trabajo ha sido entretenido. Aunque parece que está prohibido, me lo he pasado muy bien trabajando, en gran medida por mis compañeros.

El cambio es ley de vida

Sin embargo, llevaba un tiempo en el que mi motivación en el puesto de trabajo se iba diluyendo y notaba que mi progresión estaba echando el freno de mano. Lo cómodo, sin duda, era seguir en la inercia y agarrarme a un «Yoesque«. Pero cuando controlas algo, si eres una persona con ambición inquietudes, necesitas nuevos retos que actúen de impulso en tu sistema. Y eso implica cambiar. Ya lo dijo Miguel de Cervantes: «¡A buscar aventura, que la halla el que se muda!».

No me gusta el derrotismo, ni las actitudes pesimistas que te ahogan en el eterno canto de lo innecesario de arriesgar: «pero si estás con un buen contrato indefinido», «pero si donde estás ya te conocen y encajas muy bien»…Yo sólo tengo un pensamiento para todas las decisiones que tomo en mi vida: que es la correcta y que me va a ir muy bien, sin duda. Y es que no hay otra opción, porque, aunque el resultado no sea el esperado, seguro que aprenderé mucho y la siguiente vez lo haré mejor. Como dice el gran Álex Rovira: «Unas veces se gana y otras…se aprende». La única mala decisión que puedes tomar en tu vida, es no tomar ninguna y dejar que otros te lleven, vivir la vida que otros quieren que vivas.

«El cambio es ley de vida. Cualquiera que sólo mire al pasado o al presente, se perderá el futuro.» (John Fitzgerald Kennedy, ex-presidente de EEUU)

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La mejor versión de tu YO

La ilusión que tengo puesta en este nuevo reto, en este caso profesional, está actuando positivamente en mí a todos los niveles: personal, profesional e interior. Me siento con más vitalidad, con más ganas de que empiece mañana, con un nerviosismo sano que evita que me aletargue y me relaje en la temida comodidad.

No es falsedad, no es mostrar algo de mentira, es mostrar tu YO real, ese que puedes llegar a ser cuando estas ilusionado, motivado, cuando persigues un objetivo que ves alcanzable y lo deseas con todas tus fuerzas. No es un falso YO, todo lo contrario; ése es el que deberíamos ver siempre. Ése tiene que ser nuestro verdadero YO, el que transmite con sólo mirarte, el que te llena el depósito cuando hablas con él por la ilusión que emana. Ése que es capaz de inspirar el cambio también en los demás.

Recuerda tu última entrevista de trabajo, tu última cita con esa persona tan especial o la última comida con un cliente de vital importancia para el futuro de tu proyecto laboral. Esas mariposas en el estómago; esa imagen cuidada, afeitado, con tu mejor camisa; esa sonrisa (que es tuya) sincera y llena de ilusión. ¿Acaso no eres tú? ¡Claro que sí! De hecho, eres la mejor versión de ti mismo. Y es fruto de ese cambio que quieres afrontar. Porque tienes incertidumbre y no quieres fallar, quieres demostrar que tú eres el adecuado y devolver la confianza que esa empresa, esa chica o ese cliente, ha depositado en ti.

Cojo prestada una de cita de Miguel Ángel respecto a la creación del David, que ilustra muy bien esta idea de que tu mejor versión sigues siendo tú mismo: «Es fácil, la escultura que ha de salir está dentro del bloque de mármol, sólo hay que quitar lo que sobra!» Quita lo que sobra, atrévete a cambiar y ¡saca tu mejor versión!