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Mezclar disciplina con libertad suena a mezclar política y honradez, pero lo primero puedo argumentarlo y hasta poner un ejemplo; con lo segundo no me atrevo. Hacer lo que te da la gana no te hace más libre. Es más, la autodisciplina nos da la libertad. Vamos a ver si coincidimos.

Cuando alguien dice «soy libre de hacer lo que me apetezca», sin duda que está en su derecho, pero está confundiendo el concepto de libertad. Es tan libre como un adicto. Tienes la libertad de hacer lo que a tu cuerpo le apetece, no lo que realmente quieres conseguir. Estás encontrando una excusa para evitar el sacrificio que conlleva alcanzar un objetivo valioso. En cambio, cuando decides establecer o acordar unas normas de disciplina es precisamente para proteger tu libertad y alcanzar los objetivos que libremente te has marcado, evitando así actuar en función de las «apetencias» físicas o psíquicas.

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Veamos un ejemplo. Un día te levantas y ves que ya has llegado a tu límite, 90kgs son muchos para lo que solías pesar. Libremente y consciente de que se te está yendo de las manos la situación, tú mismo decides (AUTO) ponerte unas pautas (DISCIPLINA) de alimentación y de ejercicio físico, bien sea por tu cuenta o consultando a un especialista. Tu libertad y sentido común te han llevado a tomar esa decisión. Esto es ser libre.

Pero imagina la siguiente situación, pasan un par de semanas en la que vas bajando de peso a base de tu esfuerzo y a la tercera hay Champions y te llaman los amigos. Como «te apetece», te das el lujo de cenar con ellos unas pizzas viendo el fútbol. Podías cenar un bocadillo vegetal y seguir tu disciplina, pero te apetece pizza. Al día siguiente, como te sientes pesado, casi que no vas a hacer tu horita diaria de bici que te habías fijado y que tan bien te viene para volverte a ver los pies. El viernes…pfff, tal y como llevas la semana lo dejas hasta el lunes y te vas a echar unas birras, ya volverás al gimnasio y al agua mineral la semana que viene. Lo que has hecho de miércoles a domingo, aparte de tirar a la basura el trabajo de dos semanas, es lo que te pedía el cuerpo en cada momento, lo que te apetecía, no lo que libremente habías decidido hacer.

La conclusión básica del post de hoy es que eso no ha sido un ejercicio de libertad. Has actuado según la «Ley de Mapetece». No has tenido ni autocontrol, ni autodisciplina (se suelen usar indistintamente pero hay una ligera diferencia). Por no esforzarte en controlar tu fuerza de voluntad, no vas a conseguir el objetivo que libremente te habías marcado.

Dejarte llevar por «lo que te apetece» implica ser esclavo de tus impulsos y, por tanto, delata una ausencia de verdadera libertad de actuación. Analiza si a ti también te pasa y si recurres a menudo al «yoesque» para justificarte. Salud!